martes, 8 de abril de 2008

El Evangelio según San Paulo



Muchos conocen la historia del arribo de Paulo Silas a San Lorenzo. Aquella que narra que el enganche dudaba en quedarse o irse del club y que se terminó definiendo porque Dios "le mandó una señal" al convertirle un gol a Boca en su debut el 13 de abril de 1994.

Pero aquella anécdota encierra otra aún más llamativa que cierta vez Silas contó en primera persona en la Revista El Gráfico. Resulta que luego de una brillante campaña en Sao Paulo, que incluyó títulos con el club y también con la selección brasilera, Silas fue transferido junto a Muller al Torino. Como el club italiano tenía el cupo de extranjeros completo lo cedieron a préstamo al Sporting de Lisboa, al Césena y, finalmente, a la Sampdoria. Allí tuvo muy buenas campañas y llegó a jugar la final de la Champions League ante el Barcelona. Pero le rescindieron el contrato por una pubialgia cuando le quedaban dos años de contrato.

Destrozado, volvió a su Brasil natal. No quiso regresar a Sao Paulo parano 'quemarse' y prefirió probar suerte con equipos de otros estados, como Inter de Porto Alegre y Vasco da Gama. Pero no llegó a rendir en su plenitud. Y es aquí donde nace la anécdota dentro de la anécdota...

Según cuenta Paulo: "Un día fui a una iglesia para escuchar a un cantante de Río de Janeiro. En medio deun gentío detuvo su canto y preguntó: '¿Esta Silas, no?' Y enseguida continuó: 'Escuche, Paulo, en estos momentos Dios me está mandando a decir que conoce su llanto y su dolor, y me pide que le transmita este mensaje: tome la victoria hoy'. Me quedé tenso, mudo... Encima una señora que estaba en la fila de adelante se dio vuelta y me dijo que Dios le estaba mostrando que de hoy no pasaba. A los tres días vino Juan Figger, mi representante, informándome que estaba todo areglado para irme a la Argentina, a San Lorenzo de Almagro".

En efecto, Paulo tomó sus cosas y se mandó al Nuevo Gasómetro donde vio a su futuro equipo perder 2-0 con Estudiantes, mientras que le tenía que responder a todo periodista que se le cruzaba: "Yo soy Silas, no Gorosito".

Allí se empezó a gestar otra anécdota dentro de la anécdota. Retoma Paulo: "En mi primera noche en Buenos Aires, me arrodillé en la habitación del hotel y le pedí a Dios una prueba: hacer dos goles en mi debut para saber que me mandaba a este bendito país como misionero del deporte. Después pensé que dos goles eran muchos y que bastaba con uno. Si esto no sucedía, juntaba mis cosas y me volvía a Brasil".

Aquel 13 de abril la historia es conocida: faltando veinte minutos, Silas atrapó la pelota por la derecha de la cancha, enganchó y definió de zurda al segundo palo de Esteban Pogany. Con ese gol San Lorenzo le ganó 1-0 a Boca y toda la hinchada coreó el nombre del brasilero.

"Después, Moya me sacó el segundo sobre la línea y ahí un escalofrío tremendo me invadió el cuerpo, a tal punto que no pude seguir corriendo. Una voz retumbó en mis oídos, me decía que tenía poca fe porque, si hubiese pedido los dos goles los hubiera tenido".

En aquel duelo ante Boca, San Lorenzo formó con: Passet - Zandoná, Lorenzo, Ruggeri, Escudero - Monserrat, Carrizo, Netto - Silas - Artime y Biaggio. El técnico era Héctor Rodolfo Veira.

Silas jugó con intermitencia en aquel Clausura. Y en el Apertura siguiente se asentó como una de las figuras del subcampeón del Apertura, donde le anotó un golazo en el Monumental a River. En el Clausura 1995 fue una de las figuras del equipo que cortó 21 años sin títulos.

En total disputó 105 partidos (contando los Torneos Internacionales) con la camiseta azulgrana y anotó 24 goles.
Vaya esta galería de anécdotas hecho recuerdo como homenaje al ignoto brasilero que a puro ritmo de samba le dio volumen futbolítico al equipo campeón del Bambino Veira.

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